Aceptación afectiva y efectiva

Aceptación efectiva y afectiva

¡Qué la aceptación sea tu fuerza!

Hoy vamos con un tema que parece suavecito, pero que en realidad tiene el potencial de cambiarlo todo tener una aceptación afectiva y efectiva en el trabajo. Esto no es solo una estrategia laboral, sino como acto de humanidad.

Porque, seamos honestos, ¿quién no quiere sentirse aceptado?

Comenzamos un lunes como cualquier otro, llegas al trabajo con la cabeza llena de ruido y el corazón un poco quebrado. Tal vez dormiste mal, discutiste con alguien que amas, o simplemente estás cansado de fingir que “todo está Pura Vida como decimos los ticos”. Y ahí estás, cumpliendo con tus tareas, con tu café a medias y tu alma un poco disminuida.

Pero entonces pasa algo sencillo. Alguien te mira con respeto. Te escucha sin prisa. Sin juicio. Y tú… te sientes visto.

Eso. Eso es aceptación.
Y eso, en el mundo del trabajo, es oro emocional.

La aceptación comienza en ti

No, no es frase de taza de café. Es el principio de todo.

Si tú no te das permiso de ser, de sentir, de equivocarte… no hay autenticidad que sobreviva. Y si no hay autenticidad, lo que llamamos “relación laboral” se convierte en un teatro muy bien iluminado, pero vacío por dentro.

Y claro, a veces se nos hace difícil aceptarnos porque alguien, en algún momento —alguien que nos importaba mucho— no pudo aceptar partes de nosotros. Tal vez esa voz todavía suena en tu cabeza: “no deberías ser así”, “no es suficiente”, “mejor cámbialo”.

Y sin darnos cuenta, nos convertimos en nuestros propios jueces.
¿Resultado? Perfeccionismo tóxico. Máscaras por todos lados. Un cansancio emocional que ni el viernes logra borrar.

Pero tú no estás aquí para agradar. Estás aquí para ser.
Y ser, con todo lo que eso implica, es tu superpoder.

Aceptar no es resignarse, es comprender

Aceptar no es justificar lo que está mal, ni quedarse callado cuando algo duele.

Aceptar es entender que cada persona tiene su propia historia, su mochila emocional, sus maneras de procesar la vida. Y cuando yo reconozco eso, dejo de querer “arreglar al otro” para que encaje en mi molde.

Acepto que somos distintos.
Y que está bien.
Y que, desde ahí, desde esa diferencia, podemos encontrarnos.

Esto no elimina los desacuerdos. Pero sí los desactiva.
Porque ya no se trata de ganar, sino de entender.

Cultivar aceptación en nuestros espacios íntimos

Y cuando digo “íntimos” no me refiero solo a pareja o familia.
Me refiero a tu equipo. A tu colega que está a tres escritorios de distancia. A esa persona que ves todos los días y con quien a veces se cruzan silencios incómodos.

La aceptación se practica ahí. En lo cotidiano.
Cuando alguien dice “hoy me siento frustrado” y tú no te apresuras a dar consejos, sino que simplemente dices: “te escucho”.

Cuando alguien comete un error y en vez de señalarlo con el dedo, preguntas:
¿cómo podemos mejorar esto juntos?

Aceptar no es estar de acuerdo con todo.
Es decidir que la relación vale más que la necesidad de tener la razón.

Aceptar es un acto de liderazgo emocional

Mira, en este mundo laboral tan lleno de métricas, de entregables, de eficiencia y de correos urgentes… alguien tiene que sostener el espacio emocional.

Ese alguien puedes ser tú.

Porque cuando tú practicas la aceptación, irradias calma.
Y la calma es contagiosa.

Eso crea seguridad psicológica. Y cuando eso pasa, lo demás empieza a florecer: la innovación, la colaboración honesta, las conversaciones incómodas que nos hacen crecer.

Aceptar es liderazgo. No el que grita. El que guía desde la conexión.

Quisiera dejarte un desafío: El Espejo y el Puente

Sí, aquí viene la parte práctica. Y no necesitas ser gurú de mindfulness ni coach certificado. Solo necesitas presencia.

  1. El Espejo:

Cada mañana, antes de empezar a trabajar, mírate 30 segundos al espejo (o a la cámara de tu celular, en modo selfie).

Sin filtros. Sin juicio.
Y di en voz alta:

“Hoy me acepto tal como soy. Estoy en camino, y eso es suficiente.”

No es magia. Pero casi.
Porque poco a poco, esta práctica entrena a tu mente a dejar de atacarte.
Y eso cambia todo.

  1. El Puente:

Elige a alguien con quien hayas tenido fricción, tensión o simplemente mucha distancia.

Y acércate. No con una solución, sino con una intención.

Algo así como:

“Solo quería decirte que valoro lo que haces. Sé que a veces pensamos distinto, pero estoy aquí para colaborar contigo.”

No se trata de resolver todo. Se trata de empezar.
Y a veces, eso basta para que el puente empiece a construirse.

No te estoy diciendo esto para molestarte, te lo digo porque me importas.
Porque tu autenticidad puede ser el inicio de una cultura de trabajo mucho más humana.
Y porque si tú no lo haces… ¿entonces quién?

Nos vemos en la próxima.
Y mientras tanto, que tu aceptación sea tu fuerza.

Las Cuatro Dimensiones

Las cuatro dimensiones de desatan tu potencial

¿Cómo alinearlas con una visión estratégica?

Por Adrián Rojas

“Conócete a ti mismo” — Sócrates.
Un consejo milenario que, en pleno siglo XXI, sigue siendo la brújula de todo líder que quiere dejar huella.

Cuando acompañamos a un líder o profesional a potenciar su impacto, casi siempre descubrimos lo mismo: la persona ya tiene piezas valiosas en sus manos… pero no sabe cómo encajarlas.
Este modelo nos invita a mirar esas piezas como dimensiones estratégicas. Hoy quiero que exploremos cuatro de ellas, no como teoría, sino como un mapa vivo de tu poder personal y profesional.

  1. Lo que sabes: Tu arsenal invisible

Piensa en tu mente es una biblioteca en donde en cada estante hay libros que representan tus conocimientos.  Desde aquella lo que lograste estudiando una carrera, una certificación o un curso, hasta las lecciones aprendidas de todos tus fracasos.

A menudo olvidamos que nuestro “expertise” no es solo un título universitario. Son los idiomas que hablas, las herramientas que dominas, los modelos mentales que aplicas casi sin pensar.
Un ingeniero que sabe contar historias o un médico que entiende de coaching tienen una ventaja competitiva increíble, porque cruzan aspectos que rara vez se mezclan.

Conozco a una diseñadora gráfica que, al aprender sobre neurociencia y coaching, multiplicó por tres las ventas de sus clientes. No cambió de profesión; expandió el horizonte de su saber.

  1. Lo que puedes hacer: El músculo de tu ejecución

Aquí hablamos de habilidades tangibles; se trata de lo que pones en acción cada día sin ser muy consciente de ello.
Pregúntate: ¿cómo es tu estilo para actuar? ¿Eres rápido y resolutivo como un bombero, o metódico y constante como un jardinero? Ambos estilos pueden ser poderosos, siempre que se alineen con tu objetivo.

“La visión sin acción es un sueño. La acción sin visión es una pesadilla.” — Proverbio japonés.

Tengo un amigo que tenía una visión clara de mercado, pero que no sabía liderar equipos diversos, por lo que se quedaba en el puro PowerPoint. Con un poco de coaching, se convirtió en un líder que escucha, adapta y mueve fichas en tiempo real convierte las diapositivas en resultados.

  1. Las personas que conoces: Tu red de oxígeno

Tu talento florece o se marchita según el terreno en el que lo plantes. Ese terreno son tus relaciones. Aquí entra en juego tu capital relacional.  Esto corresponde a tus colegas, mentores, aliados, clientes, e incluso esos contactos “dormidos” que pueden despertarse con una llamada estratégica.

Un contacto no es solo alguien que te puede ayudar; es también alguien a quien puedes impulsar. Las redes más sólidas se construyen con reciprocidad.

Una emprendedora que conocí en mi país fue invitada a un panel internacional y tomó fama, gracias a una excompañera de universidad con la que no hablaba hacía cinco años. Un contacto virtual reactivó un vínculo que cambió su vida y negocio.

  1. Lo que tienes: Tus palancas visibles y ocultas

No subestimes tus recursos. A veces creemos que no tenemos “lo suficiente” porque miramos solo el dinero y bueno… No todos tenemos la cuenta bancaria tan alta como quisiéramos. Pero quiero decirte que tus recursos incluyen todos tus conocimientos tecnológicos actuales y los que puedas actualizar, procesos mejorados en tu forma de trabajar, cultura personal y de negocio, pero más importante tu reputación y credibilidad.

“Haz lo que puedas, con lo que tengas, donde estés.” — Theodore Roosevelt.

Un pequeño lugar de servicios de impresión que conozco ganó un contrato millonario no por tener la oficina más grande, sino por su reputación de cumplir siempre a tiempo. Eso vale más que cualquier campaña de mercadeo online.

El punto clave

Estas dimensiones no funcionan como compartimentos aislados.
Se potencian entre sí:

  • Lo que sabes influye en lo que puedes hacer.
  • Lo que puedes hacer se multiplica con las personas que conoces.
  • Lo que tienes amplifica tu capacidad de ejecutar.

El reto está en alinearlas con una mirada estratégica, un enfoque en el que todas vayan hacia la misma dirección.

Y aquí te dejo un ejercicio rápido:

  1. Haz una lista de tus conocimientos clave.
  2. Anota tus tres habilidades más potentes para ejecutarlos.
  3. Mapea tus relaciones de alto valor.
  4. Enumera los recursos tangibles e intangibles que hoy puedes usar.

Míralo como un tablero: ¿cuáles piezas puedes mover ahora mismo para avanzar?

Querido amigo y querida amiga, desarrollar tus fortalezas no es inflar el ego. Es reconocer tu valor real, ponerlo en juego y crear impacto.
Como diría Peter Drucker:  “La mejor manera de predecir el futuro es crearlo.”

Lo que miras no es lo que parece

Por Adrián Rojas

¿Te ha pasado que dos personas ven exactamente la misma situación… pero reaccionan de forma totalmente distinta?

Piensa en este caso, llega el jefe a una reunión. Entra serio, no saluda y va directo al grano.
Uno de los participantes piensa: “¡Seguro está enojado conmigo!”. Se pone nervioso, se disculpa por todo y sale sintiéndose mal.
En cambio, otro piensa: “Está concentrado, viene con mil pendientes”. Escucha, aporta ideas y sale motivado.

¿Qué cambió? El jefe fue el mismo. La diferencia está en el observador. En cómo cada uno interpretó la situación.

Y justo ahí empieza todo.

Todos somos observadores. Pero no vemos la realidad como es, sino como somos.
Traemos creencias, juicios, miedos, expectativas… y todo eso filtra lo que vemos.

¿Te ha pasado conocer a alguien y pensar “me cayó mal” … y luego, con el tiempo, darte cuenta de que solo era tímido? Así que no era la persona, el problema es tu forma de mirar a ciertas personas.

De acuerdo a lo que ves, así es como construyes tu pensamiento, y ese pensamiento empieza a escribir tu experiencia mediante la emocionalidad.

No sentimos lo que ocurre. Sentimos lo que pensamos sobre lo que ocurre. Si estás pensando “soy un fracaso”, te sientes triste, pequeño, desanimado. Pero si tu pensamiento es “aún tengo mucho que aprender”, te sientes motivado, abierto, con energía.

Nuestras emociones no son aleatorias. Son el eco de nuestras creencias.

Tus emociones impactan directamente lo que haces y por supuesto lo que no haces.

¿Estás enojado? Respondes mal.
¿Estás entusiasmado? Propones ideas.
¿Tienes miedo? Te congelas.

Y aquí está la parte clave, Todo lo que estás haciendo te está generando resultados, y ese resultado puede reforzar una mala forma de observar, o te anima a cambiar la forma en que observas una situación, evento o persona.

Pero en realidad, todo comienza con el observador, así que si no te gustan tus resultados, comienza a ver de manera distinta.

No necesitas cambiar a la gente. Primero… cambia la forma en que estás observando.

 Quiero dejarte cinco formas para hacerlo:

  1. Cuestiónate tus lentes.
    ¿De verdad no puedes aprender? ¿O es una idea que arrastras desde hace años?
  2. Atrapa tu pensamiento automático.
    Antes de reaccionar, pregúntate: ¿esto que estoy pensando es un hecho o una suposición?
  3. Reencuadra.
    En lugar de “esto es un problema”, prueba con “esto es un reto que puedo resolver”.
  4. Busca nuevas perspectivas.
    Habla con otras personas, escucha otros puntos de vista, sal de tu burbuja.
  5. Entrena tu atención.
    La próxima vez que sientas una emoción fuerte, haz una pausa. Observa qué pensaste justo antes de sentirla.

Así que puedes darte cuenta de que tu mundo no cambia hasta que cambias tu forma de verlo

Esto no se trata de ser “positivo” todo el tiempo, se trata de ser consciente.

Eres lo que eliges ver, pensar, sentir y hacer.

Así que, si hoy no te gustan tus resultados, no empieces por afuera.
Empieza por adentro. Por la forma en que estás observando.

 

El factor humano en la comunicación

El Factor Humano

La comunicación es fundamental en nuestras interacciones diarias; es el medio que nos conecta con nuestro entorno. Más allá de ser una simple acción descriptiva, su propósito es transferir ideas y provocar cambios en la actitud y conducta de los participantes. En el entorno organizacional, todos los procesos giran en torno a la comunicación, la cual se sustenta en dos factores clave: el factor humano y el lenguaje.

El Factor Humano

Cada persona trae consigo sus propias creencias, motivaciones y actitudes, influidas por su historia personal, familiares, amigos, escuela, cultura y entorno. Estas creencias, aunque difíciles de cambiar, pueden evolucionar con nueva información. Esto implica que dos personas pueden interpretar el mismo asunto de manera diferente, dependiendo de sus creencias y la información que poseen. Las creencias, basadas en datos cognitivos, pueden generar prejuicios y rigidez.

Las creencias y la información se combinan para formar actitudes, resultado de la interacción entre sentimientos, emociones y memoria. Las actitudes determinan cómo reaccionamos a situaciones basadas en nuestras experiencias previas. Modificar actitudes es más factible que cambiar patrones de comportamiento completos.

El Poder de las Emociones

Los sentimientos, motivaciones internas, dirigen nuestras emociones, que a su vez hacen visibles nuestras actitudes y creencias. Las emociones, como fuerzas activas, nos permiten interpretar sentimientos y creencias a través del comportamiento observable.

La Comunicación: Más Allá de las Palabras

La comunicación efectiva va más allá de las palabras. Según expertos, el 55% de nuestras interacciones se transmiten a través del lenguaje corporal, el 38% mediante el tono de voz y solo el 7% restante a través de las palabras. Para ser eficaces, necesitamos generar un “estímulo” que altere la conducta de las personas. Este estímulo genera una respuesta que puede clasificarse como sensación o percepción. La sensación es una respuesta incompleta, mientras que la percepción implica comprender el estímulo en su totalidad.

Motivación y Cambio de Conducta

Para lograr una respuesta o percepción positiva, debemos afectar no solo la comprensión intelectual, sino también los sentimientos y emociones, lo que nos acerca a la motivación. Una comunicación efectiva con alto grado de motivación puede modificar la conducta, movilizando a las personas más allá de una simple comprensión.

Respuesta Reactiva vs. Respuesta Proactiva

En la comunicación, las respuestas finales pueden ser reactivas o proactivas. Como emisores, debemos entrenarnos para ser proactivos, fomentando relaciones de comunicación positivas. Esto requiere dos elementos clave: el conocimiento emocional y la capacitación.

  1. Conocimiento Emocional: Desarrolla sensibilidad hacia las personas a las que te diriges, comprendiendo sus sentimientos y reacciones.
  2. Capacitación y Autoconocimiento: Conócete a ti mismo, desarrolla disciplina y liderazgo personal. Solo así seremos eficientes en nuestras interacciones comunicativas.

Conclusión

Como seres relacionales, necesitamos comunicarnos de manera auténtica, considerando lo que vemos, sentimos y escuchamos. Este enfoque es esencial para generar respuestas motivadoras. Invierte en tu desarrollo emocional y profesional para transformar tus interacciones en experiencias significativas y proactivas.

El desafío de tomar decisiones

La toma de decisiones es una habilidad crucial tanto en la vida personal como profesional. En un mundo dinámico y acelerado, necesitamos métodos simples y efectivos para tomar decisiones de manera rápida y segura.

1. Comprende Tu Problema

Para empezar, asegúrate de entender completamente el problema que deseas abordar. Pregúntate: ¿Qué quiero que esté sucediendo en relación con los resultados actuales? Visualiza una gráfica o diagrama de tu realidad futura, que incluya tanto los resultados deseados como el proceso para alcanzarlos. Esto te permitirá definir el problema de manera clara y específica, sustituyendo tu realidad actual por una futura deseada. Suena simple, pero requiere un método efectivo.

2. Claridad y Recursos

Necesitas claridad sobre tus objetivos y los recursos disponibles para alcanzarlos. Analiza todas las alternativas y oportunidades que se presentan. Las condiciones pueden cambiar rápidamente, así que establece una brecha clara entre los resultados que deseas y los que estás obteniendo. Asegúrate de que tu decisión realmente te lleve al resultado deseado.

3. Identifica Tus Objetivos

Esencial para evaluar opciones de decisión es tener claridad sobre tus objetivos. Entender estos objetivos desde tu perspectiva, basándote en tus fortalezas y recursos, te ofrece un enfoque único, diferente al de cualquier consultor externo. Recuerda, tú eres el experto en tu negocio y dentro de ti está la respuesta para tu decisión. Tomar decisiones acertadas te proporcionará satisfacción y fortalecerá tu confianza y liderazgo.

4. Supera las Limitaciones

Todos enfrentamos limitaciones, pero estas no deben impedirnos alcanzar nuestras metas. Busca crear un escenario donde, con los recursos actuales, puedas alcanzar los resultados esperados. La limitación surge cuando intentas actuar como alguien con diferentes fortalezas. Diferencia entre los obstáculos reales y las limitaciones mentales que creas a partir de esos obstáculos.

5. Camina en la Ruta Correcta

Tomar decisiones es como trazar un mapa con un camino adecuado a tus capacidades y oportunidades actuales. Proporciona dirección y enfoque en la incertidumbre. Abordar la toma de decisiones con una perspectiva sólida te permite estar seguro.

6. Cambia tu Paradigma

Es hora de romper con los paradigmas tradicionales de toma de decisiones. En lugar de adaptarte a un método, adapta el método a tus fortalezas. Crea tu propio modelo de toma de decisiones, flexible y ajustable. Lo importante no es el método, sino los resultados que logras.

Te invito a explorar y aprovechar tu capacidad para tomar decisiones acertadas usando mi modelo de coaching. Diseña rápidamente el camino sistemático para lograr lo que deseas, sin seguir recetas ajenas. Eres único, con capacidades únicas; desarrolla un modelo único para tus decisiones.